
Y la realidad le diste la espalda sólo para hacerle un favor; porque cuando la vida te la dió a vos, comenzaste a disfrutarlo locamente. Sí, así es, comenzaste a disfrutar que te diera la espalda, que te pisoteara, que te ignorara, que te dejara en el suelo, indefensa, sola. ¿Crees que eres la reina del mundo? No, tu corona de cristal pesa mucho más de lo que debería pesar, a pesar de que perdiste todos sus diminutos y brillantes diamantes.